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Sunday, 2 August 2020

Es La Economía (De La Cultura), Estúpido.








Cristián Warnken en su columna de El Mercurio (http://www.elmercurio.com/blogs/2018/10/25/64312/Inutiles.aspx)  ha hecho recientemente una caricatura tan ramplona y simplista como el dice que son los economistas, cuando escribe que "los expertos del Ministerio de Hacienda se estarán riendo al leer la palabra "alma" en esta columna. Los economistas, la nueva casta sacerdotal de la dictadura del utilitarismo, tienen una fe ciega en el "pensar calculante", y las palabras "belleza", "alma", "poesía" son para ellos palabras vacías que asocian con alguna abuelita "sensible" que alguna vez les leyó (si es que les leyó), cuando muy niños, cuentos de hadas. Son los mismos que me han dicho, cuando he escrito sobre estos temas u otros de interés público: "¡Ah, es que usted es un poeta!"

Unas apostillas a esos comentarios le han sido hechas en el mismo medio por el profesor de la PUC Klaus Schmidt-Hebbel, xx presidente Sociedad de Economía de Chile (http://www.elmercurio.com/blogs/2018/11/08/64675/Economia-cultura-y-presupuesto.aspx,) aportando argumentos a un debate sumamente necesario  en el actual fase de desarrollo de la institucionalidad cultural en Chile. 

Schmidt-Hebbel le recuerda al poeta la tradición larga ya de unos cincuenta años de existencia de la Economía de la Cultura, materia que nos parece debiese ser ya obligatoria en los programas de las Facultades de Arte.

Hoy día muchos artistas reniegan del capitalismo sin reparar que es la riqueza que éste ha generado la que permite que existan un mercado y una demanda para la producción de su arte (Krause, Cachanosky & Ravier, 2017).




Quisiera aportarle a los lectores del poeta-columnista, que hasta mediados de siglo XX, la mayoría de responsables de organizaciones culturales procedían del ámbito artístico o patrimonial; eran antiguos actores, conservadores de museo, bailarines, directores literarios o de cine sin conocimientos específicos de administración ni de las dinámicas de gestión de equipos o de obtención de recursos.  Pero a medida que el número de iniciativas y de organizaciones culturales aumenta y la acción de la administración pública crece y se descentraliza, la demanda de profesionales eficientes y de calidad también lo hace.  De esta forma,  como la ha escrito Lluis Bonet, (2014) uno de los pioneros de la economía de la cultura en Europa y un referente en el tema-, en la mayoría de países occidentales la necesidad y la consecuente demanda de formación y reciclaje de gestores culturales empieza a ser patente.  Tendremos ocasión de tener a Bonet nuevamente  en Chile en Diciembre de 2018. 


Es importante señalar que hoy Chile se encuentra frente a un escenario histórico tras la reciente creación de un Ministerio para la cultura, creciendo a la vez en lo que respecta al sector creativo. Hoy un 2,2 % del PIB de nuestro país nace del sector cultural, porcentaje equivalente a casi 3 mil millones de pesos, cifra que es mayor al crecimiento del país en su totalidad y que aún tiene un potencial aumento si tomamos en cuenta el desarrollo de nuevas tecnologías que se supone debieran contribuir al acceso y a la producción cultural en términos globales.

La economía de la cultura genera importantes recursos económicos, rentas y empleo, y es esencial en la regeneración urbana y el desarrollo local y regional. Mal que le pese a algunos, hablamos aquí de la cultura como suma de las industrias culturales (libro, disco, cine), las artes escénicas (música, teatro, danza) y el patrimonio histórico.  Haría bien el poeta ir imponiéndose que la economía cultural o economía de la cultura es una rama de la economía que investiga explicaciones o hipótesis culturales como determinantes de retorno o impacto económico. 

Con el uso de técnicas analíticas y herramientas empíricas traídas de la matemática se identifican diferencias sistemáticas de la influencia que ejerce la cultura en el desarrollo económico de las regiones, territorios y países. En este sentido, la economía cultural o economía de la cultura es una detallada y específica investigación de las condiciones económicas de la cultura o las artes (literatura, música, cine...).

La economía cultural es un desarrollo reciente del discurso económico. Hasta hace bien poco los economistas no tenían por objeto de estudio la cultura porque la consideraban demasiado ambigua, abstracta y muy difícil de medir cuantitativamente. Había un divorcio entre quienes se ocupan de la economía y quienes se dedicaban a la cultura. 


Véase la notable entrevista de Vicente Molins al economista Pau Rausell, otra de las personalidades más preclaras en esta subespecialidad.  de allí extractamos esta frase:
VM. "Sucios economistas con sus sucias manos tocando el arte"
PR "Desde los años noventa nos hemos tenido que justificar mucho. Primero ante los propios economistas, que nos miraban como… 'ah, vosotros sois los de las fiestas', y que no entendían que la cultura puede ser uno de los procesos más relevantes en la transformación socioeconómica. Y también frente a mucha gente de la cultura que nos veía como sucios economistas con sus sucias manos tocando el arte, la cultura, la creatividad. Pero ha cambiado, estamos en la otra parte del péndulo. Si no tratamos de aproximarnos desde cierta perspectiva instrumental, el mundo de la cultura se vuelve cómodo a partir de creencias, clichés y modelos ideológicos. Cuando pones evidencias sobre la mesa, ya no podemos hablar del 'yo creo que…'. Ya tenemos evidencias de que no es cierto eso de 'yo creo que para que la gente vaya más al teatro hay que llevar más a los adolescentes'".

https://flipboard.com/@cantoine/dinero-%26-cultura-vqqk54f8y/15-apuntes-sobre-pau-rausell%3A-por-esto-la-econom%C3%ADa-y-la-cultura-bailan-pegadas/a-1oueXvebS3iBXHQ8K0ZHAQ%3Aa%3A14526276-3ac75a58da%2Fvalenciaplaza.com



En los siglos XVI al XVIII, los pensadores de la ciencia económica percibieron que las actividades artísticas y culturales, a pesar de sus méritos intrínsecos, constituían una desviación de los usos del capital. El arte y la cultura se encontraban, creían, dentro del ámbito de las actividades no productivas y por tanto no contribuían a la generación de la riqueza de las naciones. 

Paulatinamente, los economistas fueron incorporando la idea en el seno del pensamiento económico, de que no sólo el trabajo produce riqueza material, sino que ello también contribuyen la educación y el arte como ingredientes básicos para el progreso de la civilización. Aunque todavía no consideraban relevante aplicar los instrumentos del análisis económico a las actividades culturales.

Era evidente que la cultura y la economía habían caminado de manera separada por largo tiempo (Xavier Greffe). El mundo artístico ha sido particularmente reticente a admitir que se le apliquen argumentos económicos, muchas veces por razones ideológicas.  Pero también lo es el hecho de que no son muchos los economistas que han mostrado sensibilidad para abordar el mundo del arte.  Para algunos economistas, la cultura, como cualquiera de los bienes y servicios que se transan en una sociedad monetarizada, tiene costos, productores y consumidores y, debe medirse y cuantificarse a través de metodologías estadísticas y econométricas específica.

Mientras que para algunos los artistas, la cultura (y el arte en general) son una experiencia sublime, alejada de toda consideración material y que por lo mismo debe ser mantenida impoluta de las vicisitudes del dinero, so riesgo de prostituirla.

Progresivamente, se fueron asentando las bases de una "Economía de la Cultura", gracias a los trabajos de diversos autores como  William Baumol, William Bowen, Gary Becker, George J. Stigler, Alan Peacock, Peter J. Alexander, la Escuela de Elección Pública, entre otros. 

Al reconocimiento de la economía de la cultura, como ámbito específico de la ciencia económica, han contribuido tres factores:
    * La propensión de las actividades culturales a generar flujos de ingresos y de empleo,
    * La necesidad de evaluar las decisiones culturales, que implican recursos económicos, y
    * En el plano teórico, el desarrollo de la economía política hacia campos nuevos.

En 1973 se fundó la Association for Cultural Economics International (ACEI). Cuatro años más tarde, el profesor William Hendon de la Universidad de Akron fundó el Journal of Cultural Economics que se ha convertido en la publicación de referencia para la disciplina.

Es innegable que la cultura se tornó en un tipo de mercancía. Subsiste la creencia generalizada de que existe algo muy especial en ciertos productos y eventos culturales (sea en las artes plásticas, en el teatro, en la música, en el cine, en la arquitectura o más ampliamente en las formas de vida, en la herencia, en la memoria colectiva o en las comunidades afectivas) capaz de separarlos de las mercancías comunes como las camisas o los zapatos" (David Harvey)

 La relación de temas tratados de forma aplicada por la economía de la cultura es inmensa, pero siguiendo a Rausell y Carrasco (2013), podemos agrupar la mayoría de trabajos y proyectos de investigación culturales en cinco grandes áreas temáticas:

    * Impactos económicos de la cultura.
    * Políticas socio-culturales.
    * Diagnóstico, evaluación y gestión de proyectos culturales.
    * Estudios de públicos y hábitos de uso cultural.
    * Sistemas de indicadores culturales.

Si hay economistas que estudian la poesía, es esperable que haya también poetas que le den una miradita a los libros de economía. Pontificar por pontificar se ve feo, y no sale gratis. Con el mismo tono en que se trata a los economistas de "casta sacerdotal", podría alguno aludir a la plañidera secta del "mundo de la cultura" que desgarra sus ropas cuando alguno osa discutir alguno de sus repetidos mantras.



La literatura citada en este post:
Para una completa referencia al rol del Estado en el financiamiento de las artes: 
Palma Martos & Aguado Quintero (2011) en http://www.scielo.br/pdf/ecos/v20n1/v20n1a08.pdf
Greffe, X. (1983). Les entreprises publiques dans la politique de l'Etat. Revue économique, 496-535. 
Rausell Koster, P., & Carrasco Arroyo, S. (2013). Algunos apuntes sobre la economía de la información, la comunicación y la cultura. In J. M. Jordán Galduf & I. Antumaño Maruri (Eds.), Política económica: fundamentos, objetivos e instrumentos (pp. 419). Valencia: Tirant LO Blanch.
Bonet i Agustí, L. (2014). La formación en gestión cultural. Una mirada internacional comparada. ICC Revista. Administración, Cultura, Creatividad, (1). disponible http://www.revistaacc.econ.uba.ar/pregunta.php
Price Elton, J. J. (2016). Racionalidad económica de la política cultural. CEP. Centro de Estudios Públicos(144), 165 - 197.


El sentido del titulo esta bien explicado, por si no lo conoce en https://es.wikipedia.org/wiki/Es_la_econom%C3%ADa,_est%C3%BApido

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